El vínculo madre e hijo
- Mónica Caballero Andrade

- 8 may 2022
- 2 Min. de lectura
El vínculo madre - hijo (a) se crea desde el momento de la gestación y se va fortaleciendo en el nacimiento, la lactancia y los primeros años de vida.
Este vínculo tiene como función brindar protección y soporte físico y emocional al hijo(a). Es decir, implica realizar los cuidados relacionados con el bienestar físico como alimentarlo, abrigarlo, limpiarlo; así como darle estímulos afectivos positivos como hablarle con un todo de voz dulce y suave, sonreírle, acariciarlo, abrazarlo, mirarlo a los ojos.
La relación que se tenga con la madre influye en el desarrollo de la personalidad y conducta del hijo(a) durante toda su vida.
Cuando la madre es cariñosa, motiva cognitiva y emocionalmente, atiende a las necesidades de los hijos, éstos saben manejar mejor sus emociones y tienen conductas más asertivas. Por el contrario, cuando las madres ejercen cualquier tipo de maltrato o no atendieron sus necesidades, los hijos desarrollan problemas de comportamiento y dificultades para regular sus emociones, entre otros problemas.
Por ello, es importante que las madres expresen el amor a sus hijos a través de palabras, caricias; les brinden comprensión, aceptación y respeto incondicional, les permitan explorar con libertad y seguridad sus emociones y potencialidades; así ellos se sientan en confianza, se auto perciban importantes, dignos de ser amados, capaces de hacer cualquier cosa. Todo lo cual les ayudará para desarrollar una vida adulta plena y feliz.
¿Cómo se forma este vínculo? Quiero compartirte dos de las maneras más cotidianas de empezar a fortalecer este importante lazo:
Lactancia materna:
Cuando las madres amamantan a sus hijos inician un vínculo cálido sostenido por las miradas, caricias, gestos, tono de voz, los cuidados; a través del cual se genera una especie de complicidad entre ambos, permitiéndole a la madre identificar con facilidad el significado de los gestos y conductas del bebé, por ejemplo, distinguir entre un llanto de hambre y un llanto de sueño.
La mirada materna:
Es ésta el primer espejo en donde el niño(a) empieza a diferenciarse y a reaccionar ante el otro, lo cual le va permitiendo reconociéndose como un ser diferente e independiente, lo cual es fundamental para forjar su identidad. Por ello, es importante que desde el nacimiento y hasta los tres años, se reaccione a los gestos, movimientos y sonidos del niño(a), pues es el momento que se empieza a descubrir como persona, y es fundamental para una adecuada valoración personal en el futuro.












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